Tenemos que hablar de Simone


La retirada de los Juegos Olímpicos hace unos días de Simone Biles pone de manifiesto la importancia de la salud mental en los deportistas, especialmente en los deportistas de élite. Tal y como ella misma decía “tenemos que proteger nuestra mente y cuerpo y no limitamos a hacer todo el mundo quiere que hagamos”.  Teniendo en cuenta que solo ella y su entorno más cercano tengan toda la información,  varios son los motivos que pueden haber llevado a Simone a tomar esta decisión.

 

Por un lado, el foco mediático al que están sometidos los deportistas de élite en unos JJOO es extremadamente alto y en muchas cosas puede hacer que no sean capaces de soportar la presión si no se tienen las estrategias psicológicas adecuadas. Cuando un deportista se ve expuesto a situaciones que pueden suponer una amenaza, aparece el temor a no cumplir las expectativas que han puesto sobre él y en ese momento, se deja de disfrutar del deporte y aparecen la ansiedad y el estrés. Fijándonos en sus últimas actuaciones antes de su retirada, es evidente que algo estaba pasando

                                                                    Simone Biles no estará en la final de gimnasia de Tokio 2020 por un  "problema médico"

Por otro lado, la cultura del esfuerzo extremo que está tan de moda últimamente. Lemas como el famoso  “Si quieres, puedes” o  “Impossible is nothing” nos invitan a superarnos cada vez más, pero sin medir las consecuencias. Quizás Simone Biles lleva mucho tiempo sometida a unos niveles de autoexigencia extremos que si no tienen unas habilidades de regulación emocional adecuadas terminan por explotar y que en el caso de Biles han reventado en estos Juegos Olímpicos de Tokyo.

 

Quisiera destacar también una frase dicha por ella misma, en la que afirmaba que todo el apoyo social recibido en los últimos días le ha hecho ver que “soy más que mis logros y que mi gimnasia, algo que nunca había creído”. Esto que puede parecer poco importante, es clave tenerlo presente, ya que cuanto más tiempo y esfuerzo le dedicamos a una actividad, más tendemos a asociar nuestro valor como persona a dicha actividad, olvidándonos de otras fuentes de autoestima, corriendo el riesgo de asociar todo nuestro valor como persona a esa única actividad.


 Desconozco cuáles pueden ser ahora las soluciones. En cualquier caso, el trabajo psicológico se antoja fundamental y no solamente relacionado con el deporte de élite, sino con la persona en particular. Hay algo que Biles ya ha demostrado, que es un enorme autoconocimiento de sí misma para saber cuál es el momento de parar y necesitar cuidarse y eso ya es un paso importantísimo para su mejora. A partir de ahí, el hecho de poder estar apartada de todo el foco mediático del que hablábamos al principio del artículo y resguardarse en su entorno cercano que la escuche y acompañe sin juzgarla puede ser clave.


Por último, me gustaría dejar una reflexión en el aire. ¿Qué hubiese ocurrido si la lesión de Biles hubiese sido física? Probablemente nada, simplemente sería una cuestión de azar o de mala suerte, debido a que todavía asociamos lo psicológico a la debilidad. Existe en el imaginario colectivo la idea de que los deportistas de élite no pueden fallar  y deben rendir siempre al máximo, prácticamente actuando para nosotros como si fuesen títeres que nos entretienen en cada Europeo, en cada Mundial o en cada Juegos Olímpicos.

El caso de Simone Biles nos ha demostrado justo lo contrario: que la salud mental importa tanto o más que la salud física.

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