Septiembre, el mes de los comienzos
Para los que trabajamos en el mundo del deporte, septiembre suele ser el principio de todo. Si no es el inicio de los entrenamientos, suele ser el inicio de las competiciones. Como en la mayoría de inicios, solemos ir cargados de ilusiones, de ambiciones, de sueños…y también de expectativas, tan normales como peligrosas.
Según la RAE, la palabra expectativa se define como “la esperanza de realizar o conseguir algo”, es decir, que lo qué espero que suceda o incluso lo que otros esperan de mí.. En el deporte, por tanto, estamos hablando de conseguir un resultado positivo (ser titular, clasificarme para una competición, conseguir una marca que antes no había conseguido,…).
Mientras esos resultados positivos se vayan cumpliendo, todo va bien, pero en el momento en el que no se cumplan (o simplemente haya una diferencia que yo considero importante entre mis expectativas y mis logros) aparecerán el enfado y la frustración, provocando un deterioro de la autoconfianza en el deportista.
Cómo llevarnos mejor con nuestras expectativas
Tener ciertas expectativas es inevitable muchas veces, pero vamos a ver algunos puntos que pueden mejorar tu relación con ellas:
- 1. ¿Son tus expectativas o son las de los demás?: Hay veces que no solamente tenemos que gestionarnos nosotros, sino que también tenemos que cargar con lo que otros esperan que consigamos y es más, a mayor importancia que tenga para nosotros esas personas, más presión tendremos por no defraudarlos y más debilitará nuestra confianza el no hacerlo. Mi primera propuesta es hacernos cargos únicamente de nuestras propias expectativas.
- .2. Controla lo controlable: Algo que solemos decir habitualmente los psicólogos, pero que ayuda a tener un progreso estable, ya que a menudo tenemos puestas nuestras ilusiones en aspectos que no dependen de nosotros, como ser titular o ganar una competición. Poner el foco en nosotros, en nuestro rendimiento y en nuestro proceso nos ayudará a ser mejores. Evidentemente, cuando no se consiguen los resultados a pesar de no depender de nosotros, no es agradable, pero de esta manera será más probable tener un estado emocional adecuado.
- 3. Visión realista y objetivos claros: Unos objetivos realistas y alcanzables en función de lo que ya he conseguido ayudarán a fortalecer mi confianza en el caso de lograrlos, ya que será una experiencia de éxito para el futuro. De igual manera, el hecho de marcarnos unos objetivos intermedios que nos vayan acercando y dando feedback hacia el resultado final que queremos conseguir.
- 4. Flexibilidad mental: Como seres humanos que somos, nos encanta tenerlo todo seguro y claro, pero la realidad no suele ser así. A menudo el deporte está lleno de situaciones imprevistas que nos obligan a reajustarnos y volver sobre nuestros pasos. Ser capaz de adaptarnos a lo que ocurre y aceptarlo sin perder la motivación y el foco a pesar de las situaciones adversas que puede haber nos ayudará a una mejor relación con nuestras expectativas.
Como conclusión, vemos que tener expectativas es normal y puede que positivo, pero una mala relación con ellas también puede ser perjudicial para nuestro rendimiento, de ahí la importancia de hacer que jueguen a nuestro favor.
Si crees que la psicología deportiva puede ayudarte a conseguir tus objetivos, gestionar tus expectativas o, simplemente, a disfrutar un poco más del camino, puedes escribirme a jacoboceide@gmail.com y nos pondremos a trabajar.